lunes, 7 de octubre de 2019

“QUEDATE CONMIGO, LUCAS” (Pablo Picotto, 2019)



Lucas y Alex se hacen amigos en el arenero del jardín de infantes y no pueden parar de hablar sobre la adicción al chupete, las madres barriendo en tetas, los viejos congelados en cajones, el sabor sibarita de la pelusa del ombligo, el llanto como modo de conseguir favores. Es decir... ¡la vida misma!
¿Cómo sería la charla entre dos nenes de cinco años si manejaran todo el lenguaje? «Quedate conmigo, Lucas» es la respuesta a esa pregunta. Y también es la nueva obra de teatro del autor de «Más respeto que soy tu madre».
Mellera y Lauriente pegan un salto bestia en su carrera de comediantes de stand-up y le ponen el cuerpo a un ejercicio teatral complejo, con diálogos trepidantes y un humor corrosivo en el que, además, hay espacio para emocionarnos con nuestra infancia perdida; todo bajo la dirección de Pablo Picotto.

Desde que me enteré que Lucho y Lucas iban a hacer esta obra se me rompió el medidor del hype. Conforme se acercaba la fecha de estreno, mi ansiedad por verlos representar a Lucas y Alex crecía de forma directamente proporcional a mi miedo de decepcionarme.
Historieta de Alex y Lucas. Orsai Nº1.
Ilustración de Bernardo Erlich
Conozco la historia de estos niños mercedinos de 5 años a través de distintos formatos. Mi primer contacto con ellos fue por las narraciones radiales que hacía Hernán para Vorterix y, mediante la voz modificada del autor y los diálogos que mantenían estos peculiares personajes, logré imaginarlos completamente. Seguí con la lectura de la versión extendida de los cuentos que se encuentran en el blog de Casciari; finalmente ví la obra de 15 min. que se presentó el año pasado en el ciclo de microteatro. La trama no tiene ningún misterio para mí, y por lo mismo, a pesar de estar muy emocionada por conocer una nueva dimensión de la misma, me asustaba que me aburriera.
Admito también que, aunque celebro la asunción de nuevos desafíos artísticos por parte de Luciano y Lucas, no sabía qué esperar de ellos como actores de un texto ajeno.
Por todo esto, la espera del estreno me tenía llena de incertidumbre, felicidad, nerviosismo y, sobre todo, muy manija.

Una semana antes del estreno tuve la oportunidad de ir a un ensayo con público o preestreno, lo cual me tomó completamente de sorpresa porque me había preparado mentalmente para verlos recién el 9 de octubre.
Cuando entramos a la sala lo primero que noté fue la escenografía, que todos los viernes que hacen Stand Up en esa misma sala consta solamente de un banquito de madera, esta vez se podían ver bloques de lego gigantes repartidos por todo el escenario, y  me hizo caer realmente en que por primera vez no estaba yendo a ver a Lucho Mellera y Lucas Lauriente, sino a Alex y Lucas. Lo segundo que me llamó la atención y que también sirvió para contextualizar lo que íbamos a ver fue la música que sonaba mientras esperábamos que empezara la obra, canciones de María Elena Walsh en versión rock (posiblemente Rock&Walsh), no imagino una banda sonora más apropiada porque condensa a la perfección el espíritu de los protagonistas.
Subió al escenario Pablo Picotto, el director de “Quedate conmigo, Lucas” y nos contó que ya estaba empezar la función, que la disfrutemos pero que no olvidemos que era un ensayo.
De pronto bajan las luces y las canciones infantiles son sustituidas por un mensaje del mismísimo Hernán Casciari pidiéndonos entender a Lucas y Alex como lo que son, dos niños de 5 años, desactivar un rato la moral y disfrutar la función. Y así, por fin, aparecen en escena los personajes que tanto leí y escuché.
En el transcurrir de las escenas, Luciano y Lucas se apropian de todo el escenario, juegan con los elementos de la escenografía y cambian de vestuario; además supieron resolver y disimular situaciones imprevistas, todo esto manteniendo constantemente el personaje. Pude darme cuenta que cada acto tenía un espacio determinado, no obstante se aprovechó la versatilidad de los legos para transformar algunos lugares y avanzar temporalmente de manera análoga a los cuentos.
Lucho y Lucas son Lucas y Alex, y tal vez en eso radica la fluidez y la autenticidad que transmite. Yo puedo imaginarme con mucha facilidad a versiones mini de estos comediantes cuestionándose, de la misma forma que los personajes a los que interpretan, acerca de las vicisitudes de la vida en el arenero.
Igual que con la mayoría de los clásicos de Disney, de los cuales puedo recitar de memoria sus diálogos, sabía perfectamente a qué cuento pertenecía cada escena y qué iba a suceder, así como también sabía perfectamente cómo iba a terminar. Sin embargo mi risa durante toda la obra y mi emoción al final fueron genuinas, lograron que conecte desde otro lado con los personajes y que la historia de estos dos niños mercedinos signifique algo completamente distinto a lo que había significado durante todos estos años de conocerla.
El disclaimer de Casciari al principio del espectáculo me pareció sumamente acertado porque los cuentos fueron escritos por él en el 2004, todos éramos distintos hace 15 años, todos crecimos desde ese entonces, y porque es cierto que Lucas y Alex son niños de 5 años. A pesar de esto hubo cambios significativos en el discurso de los personajes, y aunque yo le hice caso a autor y puse mi moralidad en modo avión, los agradecí muchísimo.
“Quedate conmigo, Lucas” se estrena el miércoles 9 de octubre a las 21hs, y va a estar todos los miércoles a las 21hs en el Paseo La Plaza, las entradas se consiguen por Plateanet o en boletería. No se pierdan de ver esta obra que te deja recalculando las emociones, vale mucho la pena.

4/5