Parece
ser que Disney se re copó con los Live-Actions. Era una joda y re quedó, pero
algunos, Walt (ah, re que le hablaba a Walt como si no estuviera en un freezer), no se están riendo tanto.
Para
muchos, El Rey León es una de las películas cuya huella nos resulta imposible
de borrar debido a su alto contenido traumático, y esto me lleva a preguntarme ¿REALMENTE
NECESITABAMOS PASAR DE NUEVO POR ESTO? ¿Acaso fueron insuficientes las lágrimas
que derramamos en el 94’? ¿Hay algún tipo de universo paralelo que obtiene
energía a partir de nuestro llanto?, y por último ¿merecen nuestros sobrinos
pasar por el mismo sufrimiento que nosotros? Evidentemente la respuesta a todas
esas preguntas es HELL, YES.
Debo confesar que yo
no soy una gran fan de esta historia y que esta remake no me encantó demasiado
la primera vez que la ví. Me pareció que el hacerla tan realista y sacarle a
los personajes la expresividad facial humana era una gran pérdida para la trama,
por lo tanto busqué reconfortarme viendo la película original de 1994, y fue en
ese contraste en el que entendí por qué el mundo necesitaba este live action.
La
cinta original, con todo el amor en que la envolvimos durante 25 años, era
perfecta para nuestra infancia, sus llamativos colores y exagerada expresión corporal ayudaban a que niños de 4 o 5 años no quisieran salir corriendo y llorando de la sala de cine; en 2019, siendo espectadores un poco más serios, El Rey León vuelve desde el fondo de una caja llena de VHS's viejos para probar tu madurez y mostrarte cuánto hemos envejecido.
Es realista, y es verdad que en algunos momentos sentí que estaba
viendo un documental de Disney Nature y no el retelling de este entrañable
clásico infantil noventero; pero también es cierto que un cuarto de siglo después nos
encontramos con escenas que tienen muchísimo más peso y significado que en el
film animado, y eso se agradece mucho. Se pierde mucho con la falta de humanización de los personajes, sí. Pero hay una ganancia muy grande en la intimidad que se construye a partir de las mirada, y la profundidad y matices de emociones que podemos notar dentro de ese minimalismo.
El
Rey León 2019 respeta a raja tabla la esencia de su predecesora con diálogos y
momentos idénticos al 100%, sin embargo incluye este plus, cada línea está signada por una gran carga significativa. Llega a ser realmente
sombría y dramática, a tal punto que se agradecen los alivios humorísticos que
aportan Zazú, Timón, Pumba y hasta las hienas.
La fotografía de la
película es un capítulo aparte, me tuvo conteniendo la respiración desde el
minuto cero, los paisajes bellísimos y unos cielos increíbles me hicieron
volver a creer en la magia de la naturaleza.
A
pesar de no haber tenido una buena primera impresión, El Rey León creció en mí
y no puedo esperar para volver a verla. Sin embargo no creo que apunte a un
público infantil como la versión animada, este live action se toma el drama
mucho más en serio, y tengo la sensación de que fue pensada para que quienes
fuimos niños en el 94 podamos disfrutar una experiencia más acorde a nuestra
edad.
75/100
EDIT/DISCLAIMER: Tenemos que dejar de juzgar a los live actions que está haciendo Disney con nuestros pijamas de Mickey puestos y llenos de mocos. Siento que aunque juguemos a separarnos de nuestra melancolía a la hora de escribir la crítica, no lo logramos. Estuve con mi prima de 9 años y me dijo que había ido a ver El Rey León y le había encantado, mucho más que la original que vimos nosotros. Es un infantil, bastante más maduro y comprometido con el mensaje que quiere llevar, y funciona muy bien con los niños y niñas del 2019.
**La crítica original, también escrita por mí, está publicada en http://cineconestilo.com
Vayan a visitar el sitio que tiene muchisimas criticas y recomendaciones de pelis, estoy segura que les va a gustar.
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